¿Alguna vez has sentido que no puedes respirar, que se te acelera el corazón, te mareas, sientes una presión muy fuerte en el pecho y tienes mucho miedo? Bueno, puede ser que hayas experimentado un ataque de pánico. ¿Y qué son los ataques de pánico?
Un ataque de pánico es un episodio de miedo intenso que se da de manera repentina, rápida y sin ningún peligro real o causa aparente. Este episodio provoca en la persona diferentes reacciones físicas como taquicardia, dificultad para respirar, temblores, sudoración, mareo, náusea, presión en el pecho, visión borrosa, entre otros. Estos síntomas pueden llegar a ser muy intensos, los cuales incluso pueden hacernos pensar que nos estamos muriendo.
El cuerpo tiene una respuesta natural ante el estrés o una sensación de peligro, la cuál provoca estos mismos síntomas que sentimos cuando experimentamos un ataque de pánico. Este mecanismo de defensa que tiene el cuerpo se llama “respuesta de lucha o huida”, y es lo que nos ayuda a hacer frente al peligro o en otros casos huir de él. Un ataque de pánico ocurre cuando esta respuesta se activa aunque no exista ningún tipo de peligro real. Sin embargo, cuando nos sucede esto podemos sentirnos muy abrumados, con miedo y sin saber qué hacer.
Muchas veces se piensa que los ataques de pánico son síntomas de ansiedad, cuando en realidad no todas las personas con ansiedad los tienen. Incluso las personas que no tienen ansiedad también pueden experimentar ataques de pánico.
¿Qué puedes hacer cuando tienes un ataque de pánico?
Cuando esto sucede es muy importante intentar mantener la calma y respirar profundamente. Lo primero que puedes hacer es intentar identificar y aceptar lo que está sucediendo. Cómo ya conoces los síntomas, puedes pensar que probablemente estés experimentando un ataque de pánico. Podrías intentar pensar cosas como “Tranquilo, estás teniendo un ataque de pánico, no va a pasar nada” o “Respira profundo, no es nada grave”. Esto va a reducir ese miedo intenso que tienes a que tu vida corra peligro.
Una estrategia para intentar disminuir estos síntomas físicos es respirar profundamente. Puedes hacer respiración diafragmática la cual consiste en inhalar 5 segundos, aguantar 3 segundos y exhalar en 5 segundos. Si repites esto un par de veces, los síntomas irán disminuyendo poco a poco.
Una vez que los síntomas hayan perdido intensidad, podemos hacer la técnica de 5,4,3,2,1 de grounding. Debemos identificar a nuestro alrededor 5 objetos, 4 sonidos, 3 texturas, 2 olores y 1 sabor. Esta estrategia te ayudará a enfocarte en el presente y así quitar la atención de los síntomas físicos que estás experimentando y por ende disminuyendolos.
¿Te ha pasado esto antes?, ¿Todavía te ocurren?, ¿Sientes que no sabes cómo manejarlos?
En KUNAP podemos ayudarte, puedes ponerte en contacto con nosotros en nuestro apartado de contacto, estaremos encantados de poder ayudarte.