La ira, el enfado o enojo es una de las seis emociones básicas que todos los seres humanos experimentamos. Normalmente aparece cuando nos vemos expuestos a situaciones que nos generan frustración o cuando consideramos que los resultados de dicha situación afectarán de manera negativa a nuestros intereses. Es decir, se da cuando sentimos que se han violado nuestros intereses de manera intencionada o injustificada. También puede aparecer el enfado cuando no se consigue un objetivo que estaba planeado o no se cubre alguna necesidad. Esta emoción está caracterizada por una activación fisiológica y motora, donde podemos experimentar los siguientes síntomas: aceleración del ritmo cardíaco, de la respiración, tensión en ciertas partes del cuerpo, aumento de la circulación sanguínea, etc.
¿Qué función tiene el enojo en nuestras vidas?
Al igual que el resto de las emociones, el enojo tiene una función en nuestras vidas. El objetivo de la ira es defenderse ante una injusticia y mostrar una queja. También nos hace buscar soluciones cuando nos encontramos en situaciones donde nos sentimos ofendidos, agredidos o en desventaja. Esta emoción nos ayuda a potenciar un cambio en nuestro comportamiento, y así llevarnos a sentirnos mejor. Es decir, si me siento enfadado por algo que sucedió, intentaré buscar soluciones para cambiar lo que produjo esa emoción en mí. Esta emoción, cuando la sabemos controlar, nos ayuda a establecer límites sanos y funcionales.
De igual manera, en varias ocasiones podemos llegar a sentir ira o enojo con el objetivo de esconder o evitar sentir otra emoción, como por ejemplo la tristeza o el miedo. A este tipo de enfado se le puede llamar el enfado secundario. Se podría decir que utilizamos el enfado cómo una máscara para evitar que el resto de personas se den cuenta de lo que de verdad estamos sintiendo. En nuestra sociedad, se ha visto que las personas tienden a evitar expresar tristeza o miedo porque no quieren verse vulnerables ante los demás, y es por eso que recurren a este tipo de herramientas para manejar sus emociones primarias.
Identificar la intensidad de nuestro enfado
Es importante identificar la intensidad de nuestro enfado. Esta puede ser variable y muchas veces es el indicador de cuando un enfado es saludable y cuando es disfuncional. Cuando el enfado se mantiene en un nivel de intensidad moderado, somos capaces de controlarlo y de buscar las posibles soluciones a nuestro enfado para empezar a actuar. Cuando la intensidad de nuestro enfado es muy alta, podemos llegar a no saber cómo controlarlo, y por ende reaccionar de una manera más agresiva o violenta.
Enfado instrumental
Existe también el enfado instrumental. Este tipo de enfado es aquel que utilizamos para siempre conseguir lo que nosotros queremos. Es decir, nos enojamos cada vez que no sucede lo que nosotros esperamos. Si esto se lleva a un extremo, podemos llegar a manipular a los demás. Por ejemplo, cuando me enfado con mi pareja por no hacer lo que yo he propuesto, cuando mis padres no quieren comprarme un nuevo teléfono, cuando mi hermana está ocupada y no quiere ir a almorzar conmigo, etc. A veces puede que el enfadarnos en estas situaciones nos lleve a conseguir nuestra meta, pero eso no quiere decir que está bien. Hay que tener cuidado, especialmente si este tipo de enojo se ha vuelto un comportamiento frecuente en el día a día.
La ira es como un volcán, el cuál poco a poco se va llenando de pequeñas provocaciones o irritaciones.
Estas pueden ser situaciones, comportamientos, pensamientos, percepciones, etc. A medida que el volcán se va llenando, vamos perdiendo más el control. Hasta que llega un punto donde el volcán explota y se manifiesta en un estallido de violencia y/o agresividad. Cuando la persona está en este punto, no es capaz de pensar con la cabeza fría o de forma racional. Es por eso que se debe intentar manejar el enfado antes de que el volcán explote, es decir, cuando la intensidad del enojo es menor.
En algunas ocasiones, podemos pensar que el sentir ira es algo negativo, aunque realmente no es así. El estar enfadado y poder expresarlo es algo natural y necesario para poder poner límites y defender nuestros intereses cuando estos se ven afectados. El estar enojados y poder gestionarlo de una manera adecuada nos permitirá solucionar conflictos de una manera más calmada y sin agresión. El enfado se vuelve disfuncional cuando no sabemos identificarlo, manejarlo, y por ende actuamos de manera agresiva y/o violenta ya que no podemos pensar en soluciones racionales para disminuir ese malestar.
El buen manejo de la ira es esencial para llevar relaciones interpersonales saludables. Cuando no sabemos gestionar esta emoción, es probable que nuestras relaciones se vayan acumulando de conflictos, tensión y distanciamiento.
Y tú, ¿sabes manejar tu ira? En KUNAP podemos ayudarte, puedes ponerte en contacto con nosotros en nuestro apartado de contacto, estaremos encantados de poder ayudarte.