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El esguince de tobillo es una lesión muy frecuente y dolorosa a la que, normalmente, no se le presta toda la atención debida. Esto puede acarrear consecuencias a futuro, como el dolor crónico o la inestabilidad crónica de tobillo o, incluso, puede llegar a derivar en problemas en otras regiones corporales como la rodilla, lumbares, etc.
La mayoría de los esguinces se producen en un mecanismo lesional de inversión, lo que quiere decir que el pie se dobla hacia dentro, quedando la planta mirando hacia el otro pie en el momento de la lesión. Debido a esto, se suele dañar uno o varios ligamentos externos del tobillo: peroneo-astragalino anterior, el peroneo-calcáneo y el peroneo-astragalino posterior.

Existen diferentes grados en función de la severidad de la lesión:

Esguince de grado 1: Se produce una distensión de los ligamentos. En estos casos la infamación suele ser mínima y el dolor remite pronto.

Esguince de grado 2: Existe un desgarro o rotura parcial de los ligamentos. La inflamación es mayor, apareciendo incluso hematoma, tornándose ciertas zonas de la lesión morada.

Esguince de grado 3: Hay una rotura completa de los ligamentos. En estos casos es preciso valorar con mayor detenimiento, ya que podría ser necesario hasta intervenir quirúrgicamente.

¿Cuándo debo acudir a consulta?

Debido a lo que comentábamos al inicio, es necesario acudir al fisioterapeuta lo antes posible para que haga una correcta valoración que determine el grado de la lesión e iniciar un tratamiento con el fin de evitar recidivas o problemas mayores derivados de un proceso de curación inadecuado.

En un primer momento, en la fase aguda a las 48-72h, te ayudará a drenar la inflamación y disminuir el dolor, para volver lo antes posible a la vida normal. Posteriormente, trabajará para restaurar la movilidad perdida, especialmente importante, y con ejercicios de fuerza, para potenciar la musculatura del tobillo, y de propiocepción, con el fin de devolver la estabilidad a la articulación.