Llegan las navidades, unas fiestas que asociamos con momentos de unión y conexión con nuestros seres queridos, familia y amigos. Sin embargo, las navidades también suponen un estresor importante. Los preparativos, los reencuentros, los compromisos… pueden ocasionarnos niveles elevados de ansiedad, pero ¿sabes realmente lo que es la ansiedad?
La ansiedad es una respuesta fisiológica antes un estímulo, ya sea este último real o no. Se caracteriza principalmente por un aumento del ritmo cardíaco y una aceleración en la respiración. Habitualmente aparecen otros síntomas como la sensación de opresión en el pecho, temblores, sudores, náuseas, mareo o miedo. Esta respuesta surge para prepararnos para un peligro. Cuando hablamos de ansiedad en la naturaleza parece muy evidente, cuando una cebra ve un león, la ansiedad aumenta y le prepara para la huida. Pero ¿por qué sufrimos de ansiedad las personas?
Lo primero sería decir que todos presentamos ansiedad en ocasiones, y en niveles óptimos, nos hace ser más eficientes y eficaces. Todos tenemos ansiedad ante un examen, una mudanza, una entrevista de trabajo, una mudanza, o ante un cambio en nuestra vida. El problema surge cuando los niveles de ansiedad sobrepasan el óptimo y nos dificultan en nuestro día a día. Además, a esto se le suele sumar que no sabemos el motivo de nuestra ansiedad, no lo asociamos a nada que nos esté sucediendo en el momento que estamos viviendo. A veces la ansiedad no viene de fuera, sino de nosotros mismos. ¿Te identificas con las siguientes afirmaciones?
- Querer satisfacer todas las expectativas de los demás olvidándote de tus propias necesidades.
- Querer tener el control de todo (créeme, es imposible y agotador).
- Criticarte a cada minuto y olvidarte de elogiarte. Todos los “debería…” que nos acompañan sólo nos sirven de castigo provocando mucho malestar.
- Buscar la perfección en todo y no perdonar tus errores.
- Darle muchas vueltas a una decisión y tener dificultades en tomarla. La decisión se acaba convirtiendo en una obsesión que rumiamos y no permite descanso.
- Pensar que todo el mundo te juzga y critica en silencio.
- Preocuparte por os “y si…” que probablemente no pasarán.
- Tener pensamientos catastróficos sobre el futuro.
¿Sabías que todo esto produce elevados niveles de ansiedad? Muchas veces es nuestra propia forma de ver el mundo la que nos genera un malestar y eleva nuestros niveles de ansiedad. Dado que no podemos cambiar lo que nos sucede, la única opción es cambiar nuestra mirada. Permitirnos no ser perfectos, no saberlo todo, no llegar a todo. Permitirnos equivocarnos y perdonarnos por ello. ¿Qué sería de ti si te amaras con la misma intensidad con la que te juzgas? Dile a tus pensamientos negativos que dejen de molestarte, que les harás caso en otro momento, pero ahora no. Aplazándolos nuestras emociones se verán menos afectadas y nuestra ansiedad disminuirá, porque así veras como el pensamiento negativo está en tu cabeza y no determina lo que vaya a pasar.
Te propongo que estas navidades le pidas a los reyes que te regalen salud mental, te mereces un descanso de tanta ansiedad y disfrutar de estas fiestas, te mereces disfrutar de ti.